La ficción ensambla hipotéticos elementos factibles que se puedan dar en la realidad. Estos, al ser ensamblados, fuerzan al espectador al juicio moral. Si el artistas va provisto de pretensiones, puede hacer que integremos su visión de la moral o la repelamos.
Ergo, la ficción es propaganda por naturaleza.
Ergo, no me aburráis.
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