CONTRASTE:
En un rápido vistazo podemos sacar conclusiones claras e
importantes. Pinchar en vinilo tiene notoriamente más mérito físico que hacerlo
en digital. Pinchar en digital permite un grado de creación más amplio y
barato. Pero con menos mérito que el hacerlo en vinilo. Y hacerlo en vinilo es
caro, etc. Así podría seguir, pero la idea es clara: Ambas opciones requieren
dedicación y tienen su mérito, pero aunque tengan un fin común (la ambientación
musical), no se las puede llamar igual a día de hoy.
Por otra parte, ¿quién dejaría de decir que es DJ con lo
vacilón que siempre ha quedado desde que el término existe? De ahí el dividirlo
entre tradicional y contemporáneo. Reconociendo los méritos y responsabilidades
de ambas opciones es como uno alcanza la paz.
Pero aún con todo este avance catalogador que pretendo
hacer, me sigue quedando un razonamiento turbio. Lo expondré:
Uno de los puntos a favor del vinilo es la automática
garantía de que toda la pericia en cuanto a selección y técnica ha sido
entrenada, buscada y estudiada. En digital, aunque elijas no hacerlo, el
público no tiene una garantía total de que lo que está oyendo sea auténtico. De
que la aportación que esté haciendo el DJ al resultado de lo que se está
escuchando es real. A pesar de esto, la opción moderna es la que siempre ha
estado en boga.
Es aquí donde, como DJ, me pregunto: Una vez alcanzando el
equilibrio proporcionado por la catalogación, ¿no será lo más lógico asumir
todas las posibilidades tecnológicas de la modernidad, hasta las últimas
consecuencias? Partiendo de la base de que siempre va a existir una duda sobre
la pericia de lo que estás haciendo, ¿para qué luchar?, ¿por qué perder el
tiempo en la técnica cuando puedo dedicarlo al sonido?, ¿por qué perder el
tiempo en, por ejemplo, cuadrar los temas cuando la propia máquina te está
quitando ese trabajo para que te centres en otros elementos? Además, ambas
posibilidades abogan por un elemento diferente como estandarte. En el método
tradicional prima la técnica como forma de autentificación. En la escuela
contemporánea todo es sacrificado por la experiencia sonora. ¿Por qué voy a
pretender mantener los valores de un método en el otro, cuando la valoración
total y el respeto del público (último beneficiario de toda esta movida) no
está totalmente garantizado?
El factor clave, pues, es la percepción del público. Si el
pinchar en vinilo, por el hecho de ser más físico y simbólico genera una veracidad automática, habrá que focalizar cual es el valor sobre el que
se cimienta el método contemporáneo para que los practicantes del mismo se
proyecten hacia él. Este valor es la experiencia sonora.
Si cada disciplina tiene un valor, el DJ de cada una tiene
la obligación de llevarlo hasta sus máximas capacidades. Ahí es donde hallará
la culminación de sus esfuerzos.
Parte 3.
Parte 3.