Las
mujeres a tu edad solo quieren sufrir. Entonces, sufre. ¿Vas a despertar de la
noche a la mañana? Bien sabes que no. Pero ojalá, ¿eh? Ojalá vieras lo que has
de ver, y vislumbrar así todo el sentido de la existencia. Pero has de sentir primero lo que debes
sentir. Y no es sufrimiento. Dime, ¿cuán bella es la culpa ajena? No me pongas
esa cara. ¿Quién si no te hace sufrir de esa manera, zarandeando tu corazón
como péndulo desbocado? Siempre es algo ajeno. Tus padres, tus amigos, tu
trabajo, tu novio, tu vida. ¿Y dónde entras tú en el reparto de castigos?
¿Acaso no eres tú la última responsable? ¿De quién son estos órganos sangrantes
que a mis pies traes para sanar? Yo vivo una vida recta y medida, entonces te
puedo hablar con la prístina lengua.
La culpa
es tuya.
Oh, sí,
hermana.
La
culpa es tuya. Y siempre lo fue.
Ahora
lloras, pues la luz que pongo ante ti prende de un incienso viejo y resulta
fuerte. Este puede ser tu parto o tu naufragio, o cualquier suerte de metáfora
que puedas vislumbrar. Al principio es duro, no te voy a engañar. Entonces
elijes la vida, y la elijes con riqueza. Si culpa tuya, acierta siempre. Hazte
intocable. Tú creas tu mundo, siéntete pues Diosa. Castiga tu error como
aplaudes tu don. Está en ti, tía.
Muy
bien. Mucho mejor sin lágrimas. Mucho más guapa. Estás serena de nuevo, y
comienzas el camino. Puedes saber la verdad ahora.
La
verdad es que estoy enamorado de ti. Lo estoy tanto que me llega a la
profundidad del alma y me revelo a mí mismo como un espíritu desnudo. Estos
años he padecido en la sombre el discurrir de tu existencia, tan cerca como
lejos de mí. Me he tenido que alejar de ti para comprenderme y hacer una
maestría de mi propio ser. Es por eso que, ahora que llegas al límite de tu
larva, te hablo de viento, sol y flores. Te trato como mariposa.
No
digas nada. Empiezas a sentir, y pronto a ver. Resultarán pueriles tus recién
nacidas palabras en este momento. Mejor levántate y vuelve a la fiesta. Yo
seguiré fumando.
No
olvides que el amor de un noble y el desprecio de un borde son la suerte de
metáforas en las que tú quieras vivir.
Tráeme
algo de hielo cuando salgas, anda.